Hemos pasado una pandemia mundial que nos ha hecho pasar por situaciones que no nos podríamos ni imaginar unos meses antes de que ocurriese, hemos estado totalmente confinados en nuestras casas simplemente pudiendo salir para ir al supermercado o a la farmacia y eso nos ha hecho ver muchas cosas que antes por las prisas no veíamos, desde que había que pintar el techo del salón a lo maduros que eran nuestros hijos y a su facilidad de adaptación a algo tan extraño, a tener conversaciones con ellos en las que nos dábamos cuenta de lo mucho que habían crecido, a sentarnos en el sofá con nuestra pareja y tener conversaciones que antes a lo mejor no se producían por el trabajo y las prisas y todo esto también nos ha dado pie a ver cosas que deberíamos mejorar, lo importante que es prestarle atención a nuestros niños y jugar con ellos sin pensar en nada más, simplemente disfrutando el momento y lo mucho que ellos lo agradecen cuando lo hacemos, en algunos casos nos hemos dado cuenta de la necesidad de comunicación con nuestra pareja que era algo que habíamos obviado en muchas ocasiones y de lo importante que es hacernos reír mutuamente, y por otra parte habrá quien se haya sentado en el sofá junto a esa pareja y se haya dado cuenta de que quería más, que necesitaba algo mejor porque el fijarse en el día a día había hecho que esa relación se hubiese apagado.
Ha sido algo completamente nuevo e inesperado de la que podemos sacar todo tipo de experiencias y de conclusiones y ahora, que tenemos a la pandemia más controlada estalla una guerra. Algo que tampoco esperábamos y nos coge por sorpresa. Y vuelven sentimientos de inestabilidad, de miedo, de rabia y de frustración.
Tras la pandemia y antes de que estallase la guerra en Ucrania yo personalmente notaba a la gente muy alterada, como si estuviesen enfadados o crispados y eso me hacía pensar el título de este blog, ¿no habíamos dicho que esto nos uniría y nos haría mejores personas?? dónde quedó eso? Creo que la palabra fragilidad no suele verse como algo positivo siempre se suele atribuir a debilidad y yo no estoy de acuerdo con esto. Después de una pandemia en la que veíamos a cientos de muertos al día por un virus que no conocíamos, ¿cómo no vamos a sentirnos frágiles? ¿Por qué nos cuesta decirlo o demostrarlo? Creo que es por esa frase que nos dicen a todos en algún momento de nuestra vida y que nos marca: ¡hay que ser fuertes! Creo que si todos reconociéramos esa fragilidad o empatizáramos con la fragilidad de los demás nos podríamos ayudar mucho mejor los unos a los otros.
Pero ahora, con la guerra de Ucrania vuelves a ver que la mayoría de los seres humanos son buenos y ayudan en cuanto ven esa fragilidad. Vemos a personas anónimas cogiendo una furgoneta para traer refugiados a nuestro país porque han visto la situación en las noticias y han querido ayudar, vemos a personas que acogen a refugiados, vemos a la gente dando a conocer diferentes entidades para poder hacer donativos, a gente recogiendo víveres y vemos a mujeres que llevan a sus bebés en carritos huyendo de la guerra y que cuando llegan a la frontera dejan ahí esos carritos para las mujeres que acaban de llegar a la frontera y necesiten uno.
Es increíble cómo puedes ver tanta maldad y tanta bondad al mismo tiempo.
¿Cómo llevais vosotros este cóctel de sentimientos? Contadme!
@mamaconesclerosis